Villa Ortúzar es uno de los barrios menos conocidos de la ciudad de Buenos Aires. Y cuando uno lo menciona, muchos hasta lo ubican en el GBA. Pero es tan porteño que hasta Jorge Luis Borges lo nombró en sus obras. Y al margen de otras referencias, desde mediados del año pasado la zona tiene una que llama la atención. Para verla, sólo hay que llegar al cruce de Roseti y 14 de Julio. Y para disfrutarla es conveniente ubicarse en la ochava de enfrente, en el sentido contrario al del tránsito. Entonces el mural aparece en toda su dimensión.
Mide seis metros de ancho por cuatro y medio de alto. Y lo pintaron en cuatro días. Tuvo tanta repercusión que algunos ya lo eligieron como foto símbolo del perfil en Facebook. La imagen tiene un gran equilibrio, pero lo que más se destaca es el primer plano de una mujer de Sudán que tiene una sonrisa poco enigmática pero tan inevitable como la de la famosa Gioconda.
La obra es uno de los catorce trabajos que los primos Sacha Reisien (22) y Nicolás Germani (21) vienen realizando en sus ratos libres desde enero de 2012. Es que uno estudia Artes Electrónicas en la Universidad de Tres de Febrero y el otro Diseño Industrial en la UBA. Y esto de hacer murales bajo la firma “Primo” es sólo un hobby, aunque también hacen trabajos por encargo.
Empezaron decorando la pared de un patio de la casa de Sasha. Era de tres por tres metros y allí reprodujeron la tapa de un disco. A eso le siguió la pared de al lado, hasta que un día salieron a la calle con sus aerosoles. La intención, cuentan, era buscar la transmisión de un mensaje. “Y optamos por esto porque hacer un mural ya es un mensaje en sí mismo”, explican. Entonces, cuando llegó el momento de elegir imágenes, optaron por mostrar una cultura distinta, algo que se presentara como una integración. Así aparecieron esas figuras africanas, símbolos de una región de la que ignoramos casi todo. “Ese contraste cultural del que no sabemos nada es el que nos atrapó”, recuerdan ahora que ya están pensando otras obras como ésta, que fue la primera en la que usaron látex con rodillos (“es más barato”, alegan) además de los aerosoles.
La de Roseti y 14 de Julio está en la ochava de una casa particular y se hizo con autorización de los propietarios. “Eso se repite siempre, salvo que se trate de la pared de un baldío”, confiesan los primos que forman parte de estos movimientos destinados a ponerle arte a la Ciudad. Sus obras están en www.primomurales.com.ar y ellos se sienten orgullosos de mostrarlas. Aunque siempre están pensando en ver la forma de decir más a través de las próximas pinturas.
Por supuesto que esto de los murales no es algo nuevo en la Ciudad. Y un área en la que siempre estuvieron presentes fue en las de las estaciones del subte porteño. Allí hay desde trabajos nuevos hechos por artistas importantes, así como otros que llevan años. Por ejemplo los que se ven en las estaciones Lavalle, Diagonal Norte, Avenida de Mayo, Independencia y San Juan, de la línea C. Hechos con mayólicas, aluden a diferentes paisajes de España. También están los de la línea D, en cuyas estaciones más antiguas todavía están los que muestran, casi enfrentadas, imágenes de una Argentina de 1830 y la misma zona en 1930. Son parte de un trabajo realmente artesanal. Pero esa es otra historia.
Fuente: Clarin
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