domingo, 5 de febrero de 2012

En 35 corsos las murgas ya le marcan el ritmo a los barrios


Arrancaron los corsos porteños y ayer más de cien murgas salieron a las calles y avenidas a ponerle color a la Ciudad . El intenso calor –durante la tarde la sensación térmica trepó casi hasta los 39°– no amedrentó a los vecinos, que acompañaron el paso de las agrupaciones. Eso sí, todas atrasaron el comienzo, que estaba previsto para las 19. En la mayoría, el desfile de las primeras murgas empezó pasadas las 20.
En el corso de Villa Crespo , en Corrientes y Scalabrini Ortiz, la fiesta empezó con “Marcando diferencia” , un grupo de Villa Lugano con trajes blancos y levitas violeta. Y aunque la glosa de bienvenida fue festiva –“nací en un lugar murguero, muy cerquita del potrero, entre vías y placitas”–, al rato siguieron con una canción crítica dedicada a las dificultades para sacar la tarjeta SUBE: “Todo sube, todo sube, la tarjeta es una de ellas, vamos a ver qué pasa con la espera, con la espera”. La directora, Elvi Roldán, contó a Clarín que la murga tiene cuatro años y cuenta con 80 integrantes.
Otro de los corsos más tradicionales y convocantes es el de Boedo , en esa avenida, entre Independencia y San Juan. Allí, Jonathan Galarza se instaló con su puesto de espuma, a $ 10 cada aerosol: “En realidad trabajo en un taller mecánico pero hago esto porque me divierte. Es el segundo año que vengo. Los chicos se entusiasman y también los adolescentes, que me compran muchísimo”.
Con la organización de la Comisión de Carnaval, dependiente del Ministerio de Cultura porteño, hubo 35 corsos en diferentes sitios (ver Cortes: hoy...), que se repetirán los fines de semana hasta fin de mes . Y el 25, 26 y 27 habrá un gran desfile sobre la 9 de Julio.
Ayer, los vecinos de Villa Urquiza festejaban los 114 años de los corsos barriales . En Triunvirato, entre Monroe y Olazábal, largó la fiesta con la murga “Iluminados por Urquiza”. Hubo mucho público, entre ellos antiguos vecinos, como Miriam Ameneiros. Acompañada por su hija María Celeste y sus nietos, Lautaro y Juan Martín, disfrutó del espectáculo y recordó tiempos mejores: “Antes el corso ocupaba más cuadras y había murgas con disfraces fabulosos. Se juntaban multitudes. Pero esto igual se disfruta mucho”, contó. La noche recién largaba y prometía más espuma y murgas hasta bien entrada la madrugada.

Fuente: Clarin

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